Pudo ser la altura, el calor, el cansancio o el jet lag pero Mauricio Macri se descompuso en Ecuador justo cuando le pasaron las últimas noticias desde Buenos Aires. Elisa Carrió acababa de lanzar un ultimátum: “O ella (por Silvia Majdalani, la segunda de la AFI) o yo”, había amenazado la diputada después de que Clarín confirmara que había sido víctima del espionaje de los servicios de inteligencia argentinos en su último viaje a Paraguay tres semanas antes.
“¿Esto es Cambiemos o Sigamos?”, preguntó Lilita el lunes a sus allegados cuando se enteró de la información que manejaba el diario minutos antes de salir al aire con Joaquín Morales Solá.
El volcán Carrió hizo erupción. La lava aún no toca al Presidente pero sí lo condiciona. Mauricio deberá decidir si se arriesga a que su principal aliada política abandone el barco antes de la rueda electoral, o a quedar como un títere manejado por la emocionalidad de la líder del ARI.
La opción de que Majdalani renuncie siempre está al alcance de la mano. Pero igualmente el poder presidencial quedará herido.
Está claro que Carrió es para Macri lo que el Chacho Alvarez fue a Fernando de la Rúa. Con una diferencia letal: los votos hacia Macri tuvieron una demanda moral mucho más contundente. Mauricio apeló a la sobreactuación ética y a la cadena nacional de la corrupción en vivo y directo (bolsos de López y allanamientos en el Sur incluidos) para tejer el fantasma del regreso al pasado versus los globos del futuro.
Sin cucardas económicas para mostrar, en octubre Macri no puede darse el lujo de un enojo de Carrió. Hasta ahora su método de seducción personal siempre le dio resultado. Últimamente tercerizó la contención en Marcos Peña y hasta en Mario Quintana, pero está claro que no tuvieron el mismo éxito que el Presidente. La diputada quiere más y más. Quiere que el Presidente la cuide, la mime en público y en privado y mientras tanto puja por mantener las bancas del ARI en la Cámara de Diputados. Es decir, también quiere más poder.
Si Carrió sigue tirando de la cuerda, el electorado del PRO se encontrará con la paradoja de no tener ningún incondicional a Macri para votar. Todos saben que después de la elección se viene un ajuste económico. ¿Para entonces Carrió y sus adláteres estarán en el oficialismo o en la oposición?
por Nancy Pazos
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